No podemos leer todas la aportaciones de la pedagogía, la didáctica, la psicología o la neurología. Pero damos clases todos los días y tomamos decisiones educativas permanentemente. Así que necesitamos, como mínimo, alguna orientación basada en lo que estas ciencias del aprendizaje han demostrado como cierto o, por lo menos, eficaz en contextos de aprendizaje.
Yo me he propuesto tener como referencia estos siete principios del aprendizaje. Siete reguladores de mi práctica docente, que orienten mis decisiones en clase para que estén alineadas con lo que sabemos acerca del aprendizaje.
1. El aprendiz debe estar en el centro
Los alumnos son los actores principales, todo gira alrededor de su actividad cognitiva y afectiva. Sea cual sea el enfoque didáctico -instrucción directa, aprendizaje cooperativo, investigación...- estará centrado en un aprendizaje autorregulado y activo.
2. El aprendizaje es de naturaleza social
La interacción social es un recurso fundamental que debe alternar con momentos de reflexión y trabajo personal. El debate, la indagación o la argumentación, por ejemplo, encarnan aprendizajes de naturaleza social.
3. Las emociones son esenciales para el aprendizaje
Emoción, motivación y cognición están profundamente interrelacionadas. La implicación afectiva, el bienestar o la autoconfianza, por ejemplo, juegan un papel decisivo en el aprendizaje.
4. La diferencias individuales deben ser reconocidas
La aceptación de la diferencia es una condición necesaria para el aprendizaje profundo: cada aprendiz es singular y diferente. Estas diferencias, por ejemplo, comprenden conocimientos previos, habilidades, estilos de aprendizaje y estrategias, intereses o motivaciones. Exigen pues, un determinado grado de personalización.
5. El aprendizaje debe ser inclusivo
La gestión social del aula debe ser sensible a las diferencias y necesidades individuales en forma de comunidad de aprendizaje. El aprendizaje de todos es una responsabilidad compartida que favorece a todos. La inclusividad forma parte de la excelencia.
6. La evaluación está al servicio del aprendizaje
La evaluación formativa debe ser sustancial y regular, debe también proporcionar retroalimentación relevante e información a los aprendices de manera individual, promoviendo la autorregulación permanente.
7. El aprendizaje debe construir conexiones entre áreas de conocimiento.
El aprendizaje significativo relaciona los conocimientos, los aplica a situaciones, retos o problemas y procura, en todo momento, la transferencia. El aprendizaje profundo conecta lo aprendido con capacidades y competencias del aprendiz.
Naturalmente, esto no me lo acabo de inventar: es una versión personal y simplificada de documentación publicada por el Centre for Educational Research and Innovation (CERI), que es parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Institución dedicada a la investigación y, específicamente, a la acumulación de evidencias respecto a la educación.
Quizás podría valer para evaluar nuestra práctica docente. Para hacer las veces de rúbrica de nuestras clases y escuelas. Para evitar discutir sobre temas que la comunidad científica ya tiene aceptados.
Tomado del blog La Mirada pedagógica, de Boris Mir
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